EN TIEMPOS COMO ESTOS - ¡Ríndete a Dios! 

EN TIEMPOS COMO ESTOS - ¡Ríndete a Dios! 

Probablemente viste el título y pensaste, “¡¿Qué le está sucediendo a Brian?! Él ha estado animándonos a seguir en fe y en victoria, y ahora nos está aconsejando a rendirnos!” Déjame explicar a qué me refiero con rendirnos a Dios. Usaréalgunas palabras del Apóstol Pablo para iniciar este tema de rendición. 

“Así que sométanse a Dios. Resistan al diablo, y él huirá de ustedes. Acérquense a Dios, y él se acercará a ustedes. ¡Pecadores, límpiense las manos! ¡Ustedes los inconstantes, purifiquen su corazón!” (Santiago 4:7-8 NVI) 

La palabra someter viene de la palabra Griega hypotassō. Significa estar bajo obediencia, ser obediente, estar en sujeción, estar bajo autoridad, someter. En otras palabras, ¡rendirse ante Dios! Mantén eso en mente mientras continuamos. 

He notado que muchos durante esta pandemia están pensando en cómo la vida no será igual de nuevo. Las conversaciones incluyen cuan diferente son las cosas ahora y se preguntan si en algún momento en el futuro volverán a la “normalidad”. Una pregunta resuena a lo largo del planeta, “¿Como será el “nuevo normal?” Creo que podemos decir con toda seguridad que al menos para el futuro cercano, lo que era considerado antes “normal” ya no lo será. La mayoría temporalmente se ha rendido ante esa idea. ¿Estás de acuerdo? 

Espiritualmente hablando, espero que las cosas definitivamente no regresen a lo que era considerado “normal” antes. ¡Permíteme ponerlo en perspectiva! Antes de esta pandemia, la mayoría de personas estaban tranquilas en términos económicos. La economía avanzaba a toda máquina como un tren de carga, ¡y parecía imparable! Los pasillos de los supermercados estaban llenos y, a excepción de los embustes políticos que sucedían, nuestra nación estaba en descanso, y ¡la vida era buena en su mayoría en el sentido natural! Pero, ¿Cómo iban las cosas espiritualmente? 

¿Qué era “normal” para la mayoría de cristianos durante ese tiempo? Estas son mis percepciones. Los cristianos no oraban mucho. De hecho, aún las reuniones de oración en las iglesias eran escasamente atendidas. Probablemente podría haber continuado durante la cuarentena porque muy pocos asistían allí.  Podrías poner a las personas a dos metros de distancia y aún tener un amplio espacio. Muchos cristianos profesantes no leían mucho la biblia antes, lo que aminoraba su habilidad de caminar por fe y no por vista. 

¡Muchos no escuchaban muchas prédicas a excepción de los domingos, y tal vez! Pocos tenían interés en las misiones mundiales y en compartir el evangelio.  Además, muchas iglesias redujeron sus tiempos de cultos en 30 a 45 minutos en los últimos diez años.  Ellos hicieron esto para atender a aquellos que no podían sentarse por tanto tiempo, incluso con cómodos cojines. ¿Es en una señal de madurez o inmadurez espiritual? Quizás, tenemos que levantarnos de nuestros asientos y ponernos de rodillas para cambiar eso! ¿Verdad? 

Muchos podrían sentarse alegremente para ver un juego de futbol por 3 horas, algún evento deportivo, o ver una película de dos horas pero no en un servicio de adoración de dos horas. Eso es espiritualmente débil, en mi humilde opinión.  ¿Qué opinas? ¡Ese no es el camino del Hacedor de Caminos, Jesucristo! Mis amigos, eso no debería ser la vida cristiana “normal” para el pueblo temeroso de Dios, la Iglesia del Nuevo Testamento. ¿Estoy en lo correcto? Si estás de acuerdo, empecemos a rendirnos a Dios! 

Antes de esta pandemia, lo “normal” para muchos cristianos era lo promedio, rutina o aún tibieza. ¡Ojalá que ya no sea así! 

Hermanos y hermanas cristianos, hemos entrado a un tiempo donde nuestra dependencia de Dios es más importante que antes. Alabo a Dios que muchos de nosotros nos hemos rendido ante Él hacia esa noción y hemos empezado a buscar en la Palabra de Dios por respuestas. Muchos se han sujetado de Salmos 91 como un gran punto de inicio, pero no permitas que se quede ahí. Lee a través de las promesas y mandamientos de Dios encontradas en Su Palabra, la Biblia. 

Cristianos, Jesús dijo sobre nosotros “Ellos no son del mundo, como tampoco lo soy yo” (Juan 17:16 NVI). Así que no nos rindamos ante el mundo y sus caminos. Más bien, ¡rindámonos ante Dios y Sus caminos! 

Cuando rendimos nuestro antiguo camino de vida ante Dios, Él sopla nueva vida en esos huesos secos espirituales. Él nos toma de “normal” hacia sobrenatural. Él nos muestra cosas y nos ayuda a adaptarnos a lo “nuevo” que es realmente volver al patrón antiguo y original del Nuevo Testamento para Su iglesia. Él nos ayuda a rendir nuestra voluntad y nos da la visión y poder de vivir Su voluntad a pesar de nuestras circunstancias. 

Animo a cada creyente ahora a rendirse ante Dios en medio de esta pandemia. 

  • Ríndete a Dios al creer que Él puede hacer cosas más grandes en ti, para ti y por tu familia más que nunca. 
  • Ríndete ante Dios, a la mentalidad de que Dios puede producir más fruto ahora de lo que hizo antes.  Esto es especialmente importante para pastores y líderes. 
  • Ríndele tus temores al Señor y míralo reemplazar esos temores por fe y ánimo. 
  • Rinde tus ansiedades a la paz de Dios y la esperanza encontrada en Sus promesas. 
  • Ríndete ante Dios ahora y observa lo que Dios hará en nosotros y a través nuestro. 

Recuerda, rendirse ante Dios no es hacer una oración a medias, tibia, durante los comerciales de televisión, en la descanso de leer una novela o en la breve pausa que tomas de las redes sociales. Vamos, ¡tómate una o dos horas en la presencia de Dios! No trates de vivir de las rápidas cargas espirituales de tu fe, como hacemos con los teléfonos celulares para ayudarnos a pasar las próximas horas sin quedarnos sin batería. Estoy hablando de la verdadera rendición y del mostrarle a Dios que estamos realmente comprometidos con eso. ¡Mostrándole a Dios que ya no queremos el “normal”! 

Mientras hacemos esto, seamos recordados que a lo largo de la historia, Dios ha hecho algunas de Sus obras más grandes durante los peores tiempos. Las cosas grandiosas de Dios suceden cuando el pueblo de Dios ora, se rinde ante Su voluntad y clama en el nombre del Señor Jesucristo. 

A lo largo del tiempo, Dios ha hecho cosas hermosas de la nada. Él ha mostrado eso desde el inicio cuando creó a Adán del polvo de la tierra, y cuando Jesús sanó al hombre ciego con un poco de barro mezclado con saliva. No te olvides cuando alimentó a los 5,000 con unos cuantos peces y rodajas de pan. 

Te animo a: 

  • Ir ahora y que tengas un tiempo a solas con el Señor. ¡Apaga todas las distracciones y ve! 
  • ¡Ve, ríndele tus decepciones, temores, cargas, también tus esperanzas y sueños! 
  • Ve, escucha la voz de tu Rey Jesús declarar los misterios del cielo hacia ti a través del Espíritu Santo. 
  • Ve, escucha mientras Él te revela las verdades en Su Palabra, la Biblia. 
  • Ve ahora y ríndele tus pensamientos sin fe y recibe los pensamientos llenos de fe de Dios mientras Él te revela las verdades de Su grandeza. 

Después de tu tiempo a solas con el Señor, quiero hacerte una pregunta. ¿Cómo será tu nuevo “normal”? 

  • Creo que me dirás, “Dios no me ha llamado a ser ‘normal’ sino a ser sobrenatural”. 
  • Pienso que me dirás, “Dios me ha llamado a vivir por encima de las mareas crecientes de la duda y confusión.” 
  • Creo que dirás que el Señor te dijo “Confía en el Señor de todo corazón, y no en tu propia inteligencia. Reconócelo en todos tus caminos, y él allanará tus sendas” (Proverbios 3:5-6 NVI) 

Oremos ahora y verbalícenosle a Dios nuestros deseos que Su sobrenatural sea lo “normal” en nuestras vidas. 

¡Va a tomar algo de dedicación y tiempo para hacerlo porque caminar en la llenura de la verdadera gracia de Dios toma tremendas agallas espiritual! 

Oremos: 

Padre Dios, vengo a ti en el poderoso nombre de Jesús. Vengo agitando la bandera blanca de rendición, y doblo mis rodillas ante Ti, O Dios, mi Señor. Vengo en humildad y homenaje a Tu grandeza. Tú eres un Dios grande, y yo soy tuyo. Tú me compraste con la sangre de Jesús y yo no me pertenezco a mi mismo. ¡Te pertenezco a ti! Vengo a rendirme ante Ti, Tus planes y propósitos para mi vida. He contado el costo y anhelo ser tu discípulo. Quiero ser tu reflejo al mundo alrededor mío. Perdóname por pasarte por alto en mi toma de decisiones. Perdóname por ignorarte con mi tiempo.  Mientras doy ese paso adelante, me comprometo a conocerte y hacerte conocido a aquellos alrededor mío y alrededor del mundo. Permite que tu propósito sea mi propósito. Te amo Señor y te agradezco por oírme, perdonarme, restaurarme y revivirme. Estoy muy agradecido por Tu gracia y misericordia. Oro esto en el nombre de Jesús, ¡Amén! 

“Pues por precio habéis sido comprados; por tanto, glorificad a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios” (1 Corintios 6:20 LBLA).

Leave a comment